ESCENA IX.
Dichos, don Torcuato, doña Prisca y dos mozos de cordel. Don Torcuato se deja caer en una silla.
Balt.
|
Don Torcuato!
Chico, son élls!
|
Torc.
|
Dios eterno, ¡qué escalera
tan atroz!
|
Prisca.
|
No dirá usté
que no se la quiere.
|
Balt.
|
Uy!... venga
un abraso. Qué alegría!
y á Corina! (Las abraza.)
|
Cor.
|
Vengo muerta!
(Corina se dirige luego al balcon, donde per-
manece hasta su debido tiempo.)
|
Prisca.
|
Venimos con un retraso
de seis horas.
|
Balt.
|
Qué'scama de tren! pues mire,
por milagro nos encuentran.
Como en la carta desian:
«Mañana vamos á esa...»
|
Prisca.
|
La habrán detenido, es fácil...
|
Ches.
|
Chust, ha segut Sunsioneta,
que...
|
Balt.
|
Mi esposo... (Presentándole.)
|
Prisca.
|
Amigo mio,
deseaba en gran manera
conocer...
|
Ches.
|
Yo tambien, mucho...
|
Torc.
|
Señor de Ferris... (Se dan la mano.)
|
Ches.
|
Me alegra,
me alegro de...
|
Prisca.
|
¿A dónde van
estos mundos?
|
Balt.
|
Aquí, mientras
arreglo el salon; despues
los entrarán.
(Los mozos dejan en el suelo el equipaje.)
|
Ches.
|
Friolera!
á soles el equipache
no cap...
|