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que no sea tu desdicha!
¡Si por mala suerte dás
con una insana mujer,
que despresia tu querer
y á tu pasion es falás!...
Entonses, adios, Carmelo!
me mato. Así ve; qué hermosa!
Eso no es mujer, es diosa
bajada del quinto sielo.
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Cor.
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Tal vez esté aun de planton.
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Cor.
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Calle! ya sé,
no le conocia á usté.
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Carm.
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Inmensa satisfasion
su llegada me ha causado.
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Carm.
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Plaser... inaudito.
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Cor.
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Gracias... pero, Carmelito,
le hallo muy desmejorado.
Se encuentra usté enfermo?
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Cor.
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La palidez del semblante
lo dice.
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Carm.
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Tan... rosagante
que estaba yo allá en Madrid!
se acuerda? De entonses datan
y no sesan un momento
de turbar el pensamiento
los ensómios que me matan!
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Cor.
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Qué le duele? usté se apura
quizá sin causa formal.
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Carm.
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No endevina usté mi mal?
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Cor.
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Soy yo doctor, por ventura?
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Carm.
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Si el corason traspasado
tuviera, sin ser doctor...
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Cor.
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Ya comprendo, es mal de amor.
Está usted enamorado!
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ESCENA XIII.
Dichos, y Sunsion apareciendo por la puerta derecha, donde se detiene.
Suns.
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Que parlen de amor?
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Cor.
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Pero, hijo, tanto aspaviento!...
vaya, y quién es el tormento?...
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Carm.
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Quién? tampoco lo endevina?
De mis dolores prolijos
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