en sus espirituales deliquios, y de las lágrimas desconsoladoras que hacían derramar á sus ojos los desengaños que del mundo alcanzaban los fervientes impulsos de su caridad y sus deseos, nunca amortiguados, de mejorar la sociedad humana. Y ¡grata coincidencia! vuestro pensamiento restaurador bullía en vos, al par que en mí se agitaba el deseo de restablecer el nombre de aquel coloso, de dar á conocer al escritor, no al través del criterio de nadie, sino por su propia fisonomía, presentándole al mundo científico y literario con su sencillez encantadora, con su facilidad de expresión nunca vista, en su nativo lenguaje, y con su vestidura no prestada. Deseé dejar reproducidos por todas partes sus propios suspiros y sus mismos sollozos, sus alientos así como su corazón hubo de sentirlos, y sus raciocinios tales como su pluma quiso trazarlos, tersos y limpios de las infidelidades de intérpretes poco hábiles ó de calumniadores algo malévolos; mostrar en suma toda la viva lumbre del astro, no el resplandor de su reflejo.
Mas, vos habéis podido realizar vues-
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Aparença
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