que li hauia prouat[1] de sa ley. E ell respos, que assats se n tenia per pagat, saluant ço que esperaua[2] ohir dels altres sauis. Mas prech te que m digues infern en qual loc es, ni qual es la pena que sostenen aquells qui son infernats.[3] § Respos lo juheu: En diuerses oppinions es departit lo poble dels juheus en ço[4] que m demanes; cor los vns crehen que infern es en aquest mon en que som; los altres dien que es entre l aer; los altres dien que es en lo mitg de la terra; e los vns dien que infern no es altre cosa mas no veser Deu, e considerar que han perduda la gloria e la vista de Deu; e los altres dien que infern es estar lo cors perdurablement en foc, e en glas, e en neu, e en sofre e aygua[5] buylent, e entre demonis e colobres e serpents qui aquells turmentaran sens nuyl cessament.[6] E la pena de la anima sera major en quant desamara esser,[7] e sabra que tostemps sera, e que nuyl temps no cessaran sos torments, e sabra que ha perduda gloria qui durara tostemps.[8] § Cant lo juheu
- ↑ Li ha prouat.
- ↑ Espera.
- ↑ Edit. lat. Qui sunt positi in inferno.
- ↑ A aço.
- ↑ Ayga.
- ↑ Edit. lat. Quae omnia positos in inferno incessanter tormentabunt.
- ↑ Edit. lat. Odiet esse.
- ↑ La imponente idea del infierno eternal y verdadero nació en Judea, y fué elevada después á dogma cristiano. Los antiguos hebreos no tuvieron conocimiento sino de la mansión subterránea de las almas, parecida más bien à una vasta sepultura, que á un lugar de tormentos perdurables. Los profetas aludieron algunas veces á ese abismo sin fondo, á esa fosa inmensa y tenebrosa en que buenos y malos se confundían, y de la cual no se tuvo una idea precisa. Después de la cautividad de Babilonia, aparece el Seno de Abraham ó el Edén de los vivientes, reservado á los justos, distinto del abismo de tinieblas en donde iban por tiempo indeterminado las almas de los culpables, sin que se pronuncie palabra que indique la eternidad. En los evangelios es donde se expresa y se repite que los malos serán enviados á sufrir eternos suplicios. Por lo demás, las opiniones diversas que expone el texto por boca del sabio judío, son las en que se dividían sus correligionarios en la edad media sobre el lugar y las penas del infierno.