Vanse el Conde y la Condesa—á dormir donde solian:
dejan los niños de fuera—que el Conde no los queria:
lleváronse el mas chiquito—el que la Condesa cria.
El Conde cierra la puerta—lo que hacer no solia.
Empezó de hablar el Conde—con dolor y con mancilla.
—Oh desditxada Condesa,—grande fué la tu desditxa!
—No soy desditxada, Conde,—por ditxosa me tenia
solo en ser vuestra muger,—esta fué gran ditxa mia.
—Si bien lo mirais, Condesa,—esa fué vuestra desditxa!
Sabed que en tiempo pasado—yo amé á quien bien servia,
la cual era la Infanta.—Por desditxa vuestra y mia
prometí casar con ella;—y á ella que le placia,
demándame por marido—por la fé que me tenia.
Puédelo muy bien hacer—por razon y por justicia:
dijómelo el Rey su padre—porque d' ella lo sabia.
Otra cosa manda el Rey—que toca en el alma mia:
manda que murais, Condesa,—á la fin de vuestra vida,
que no puede tener honra—siendo vos, Condesa, viva.—
De qu' esto oyó la Condesa—cayó en tierra mortecida:
mas despues en sí tornada—estas palabras decia:
—Pagos son de mis servicios,-Conde, con que yo os servia!
Si no me matais, el Conde,—yo bien os consejaria:
enviédesme á mis tierras—que mi padre me ternia,
yo criaré vuestros hijos—mejor que la que vernia
y os mantendré castidad—como siempre os mantenia.
—De morir habeis, Condesa,—en antes que venga el dia.
—Bien parece, Conde Alarcos,—yo ser sola en esta vida;
porque tengo el padre viejo—mi madre ya es fallecida,
y mataron á mi hermano—el buen Conde Don García,
que el Rey lo mandó matar—por miedo que dél tenia!
No me pesa de mi muerte—que yo de morir tenia,
mas pésame de mis hijos,—que pierden mi compañía;
hacémelos venir, Conde,—y verán mi despedida.
—No los vereis mas, Condesa,—en dias de vuestra vida:
abrazad ese chiquillo—que aqueste es el que os perdia.
Pésame de vos, Condesa,—cuanto pesar me podia;
No os puedo valer, señora,—que mas me va que la vida;
encomendáos á Dios,—qu' esto de hacerse tenia.
—Dejeisme decir, buen Conde,—una oracion que sabia.
—Decíla presto, Condesa,—antes que amanezca el dia.
—Presto l' habré dicho, Conde,–no estaré un Ave María.—
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