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De Viquitexts
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 La olivera d' or que hi havía, diuhen si era present del rey Pigmalió, cunyat de Siqueu, pontífice del mateix temple.
 Pera refrenar y aclarir nostra idea respecte al Deu que adorarían los primers espanyols, transcrivim les següents ratlles de la obra de Carrasco sobre la mitologia universal.
 «Con razón se debe decir que los primitivos españoles tuvieron su culto originario ó indígena, distinto del importado por los Celtas, Tirios ó Fenicios, Cartagineses, Griegos y Romanos. Eforo, hablando de España, dice que en su tiempo (338 años antes de J. C.) no había todavía templos de dioses en la Turdetania, Andalucía; y que en vez de éstos se hallaban piedras amontonadas de tres en tres, ó de cuatro en cuatro, y que no hacían sacrificios, tradición general que estaba admitida entre los Españoles. Según Estrabón, los Celtibéricos y los que habitaban los países comarcanos al Norte, adoraban un dios sin nombre. San Agustín dice que los Españoles, por sus sabios y filósofos, adoraron un solo Dios, autor de lo criado... incorpóreo... incorruptible, nuestro principio y nuestro bien. Duplex se expresa así:...«es una cosa admirable que estando todas las otras naciones del mundo sumergidas en la idolatría y en el culto de diversas divinidades, distintas con nombres diferentes, los Celtíberos adorasen á un dios sin nombre: ellos se conformaban en esto con los principios de la verdadera teología, la cual confiesa al Dios verdadero, inefable, y cree que ninguno es capaz de nombrarle ni dignamente, ni con propiedad...» Los padres Mohedanos, con referencia á San Epifanio, opinan porque el barbarismo, que este santo entiende hasta el tiempo de Noé, duró en algunas naciones hasta la introducción de la idolatría: citan á Banier, que dice que algunos autores dividen las religiones de los primeros tiempos en Sabismo y Helenismo, la primera que fué la religión de los antiguos gentiles: la segunda de los Griegos: y hablando de España dicen:... «La religión de los Españoles debió padecer tambien un daño considerable con la venida de los Fenicios. El conocimiento y culto de la divinidad era, sin duda,